jueves, 6 de agosto de 2009

Un adiós para otra madre luchadora de Gualeguaychú: Blanca Ingold de Angerosa, un pañuelo que se eleva para seguir agitándose


Por FERNANDO BAFFICO (*)

Especial para ANALISIS DIGITAL


Cuántos significados surgen de la palabra Abuela. Sin duda son seres luminosos y mágicos en la vida de una persona. Son esas mujeres cálidas que siempre tienen una sonrisa para regalar y unos brazos confortables y protectores que abrazan. Así son estas Abuelas de Plaza de Mayo, dulces mujeres que con sabiduría han podido extraer fuerzas del dolor. Han podido transformar sabiamente lágrimas en sonrisas, tristeza en ganas, dolor en esperanza y lucha. Pero como dijo alguna vez el escritor Ernesto Sábato, a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer y ese pasado oscuro, doloroso, turbio e incomprensible les fue suficiente para que florezca en ellas la esperanza.


Ese camino transitado hoy se ve reflejado en la mirada de los 95 nietos que gracias al esfuerzo y la lucha de estas tozudas mujeres recuperaron su identidad y su historia. Algunas Abuelas, a lo largo de estos años, han tenido la suerte de abrazar a sus nietos, otras aún siguen esperando cosechar lo que sembraron durante todo este tiempo, y este es el caso de la abuela Blanca Ingold de Angerosa, fallecida este martes en Gualeguaychú.

Oriunda de la provincia de Entre Ríos, hija de padre suizo y madre uruguaya, Blanca Ingold; se crió en el campo, en un pueblo llamado “Paso de Alvear”, jugando y compartiendo su infancia con sus nueve hermanos. Llegada la adolescencia las salidas y los bailes comenzaron a hacerse frecuentes y un día conoció al que se convertiría, un tiempo después, en su marido, Emilio María Angerosa. Estuvieron cinco años de novio a pesar de vivir alejados –él en la ciudad y ella en el campo-

Cuando se casaron Blanca se dedicó plenamente al hogar. Al poco tiempo vinieron los hijos, que serían seis: Leticia, Miguel, Daniel, Hugo, Guillermo y Blanca. Blanquita era la menor de los seis hermanos. Nació el 27 de marzo de 1958 en Gualeguaychú. Su madre la recuerda como una mujercita tranquila, rodeada de muchas amigas. Era muy bonita y excelente persona. No le gustaba vestirse de modo elegante, siempre fue sencilla. Sólo usaba vestidos en alguna ocasión especial, prefería usar pantalones porque se sentía más cómoda. De adolescente comenzó a pensar distinto, a volcarse hacia las causas humildes y a despojarse de lo material, de hecho, no quiso festejar sus 15 años. Estas ideas tan diferentes la llevaron a discutir bastante con la Abuela Blanca.

Cuan
do terminó la secundaria, Blanquita decidió irse a Buenos Aires, La situación del país se complicaba para los jóvenes militantes. El terror ya se había apoderado de toda la sociedad y los jóvenes que luchaban por una sociedad más justa eran el blanco del gobierno militar.


La joven fue secuestrada por fuerzas conjuntas del Ejército y la Policía a comienzos de marzo de 1978 y fue vista en el Centro Clandestino de Detención (CCD) El Vesubio. Estaba embarazada de cuatro meses. Por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que dio a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo a un niño al que llamó Pedro. Sin embargo, la familia Angerosa no era la primera vez que pasaba por esto. El 17 de febrero de 1976 –Daniel– uno de los hermanos mayores de Blanquita y militante de la tendencia revolucionaria del peronismo, fue secuestrado en la ciudad de Santa Fe, cuando tenía 25 años.

Blanca Ingold, como sus compañeras de lucha, ante el secuestro de sus hijos no se quedó de brazos cruzados y comenzó el peregrinaje por ministerios, hospitales, iglesias, juzgados y todo organismo que pudiera dar algún tipo de respuesta a su incertidumbre.

También fue a Plaza de Mayo a enfrentar con su reclamo y con el de otras Madres y Abuelas a la dictadura genocida. Como corolario del accionar violento con el que el gobierno militar buscó disolver este tipo de manifestaciones Blanca , en más de una oportunidad, fue detenida y encarcelada junto a otras madres y aunque tuvo miedo de correr con la misma suerte que sus hijos, no le importó. Lo peor ya se lo habían hecho, Blanquita y Daniel ya no estaban más con ella.

Solo quedaba continuar reclamando por verdad y justicia, para ellos y sus 30.000 compañeros detenidos-desparecidos, camino en el que no ahorró ni tiempos ni esfuerzos, como lo deja de manifiesto su presencia en cada acto, en cada homenaje, en cada actividad organizada por la filial Gualeguaychú de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y su grupo de apoyo.

Por lo hecho y por la justicia que todavía falta; Blanca Ingold de Angerosa, presente, ahora y siempre!!!!


Fuente: Luciana Guglielmo; nota publicada en el periódico de las Abuelas de Plaza de Mayo. Octubre de 2008.


(*) Nieto de Blanca Ingold de Angerosa, fallecida este martes en Gualeguaychú.


FUENTE: Análisis Digital