domingo, 24 de octubre de 2010

Van a juicio Harguindeguy y Valentino, el jefe de la dictadura en Gualeguaychú

Por primera vez el teniente general retirado Eduardo Albano Harguindeguy, ministro del Interior en la etapa más sangrienta de la última dictadura, será juzgado, en 2011, por delitos de lesa humanidad perpetrados en la provincia de Entre Ríos.


Fuentes judiciales revelaron que Harguindeguy, de 83 años y en detención domiciliaria, comparecerá ante el Tribunal Oral Federal de Paraná acusado del secuestro de 21 personas, dos de los cuales aún siguen desaparecidas. Será el primer juicio que se desarrolle contra Harguindeguy, quien escoltó al dictador Jorge Videla en el Ministerio del Interior por cinco años, de 1976 a 1981, cuando se produjeron la mayoría de los crímenes del terrorismo de Estado.


Sin embargo, pasados casi 30 años nunca compareció en el banquillo de un juicio oral. Compañero de estudios de Raúl Alfonsín en el Liceo Militar, Harguindeguy no fue acusado en el Gobierno que encabezó el radical, de 1983 a 1989, y dio impulso al histórico Juicio a las Juntas Militares. Las fuentes precisaron que Harguindeguy será sometido a juicio oral y público junto al general retirado Ramón Genaro Díaz Bessone, 70 años, entonces jefe del II Cuerpo de Ejército con jurisdicción en el litoral y luego Ministro de Planificación.


Además estarán en el banquillo los militares retirados Naldo Miguel Dasso, ex jefe del Regimiento de Caballería de Tanques 6 de Concordia, y Juan Miguel Valentino, excarcelado. El mayor Valentino era jefe del Regimiento de Gualeguaychú durante la dictadura. Y los policías retirados Francisco Crecenso y Julio César Rodriguez, ambos con detención domiciliaria.


La elevación a juicio oral dispuesta por el juez federal de Concepción del Uruguay , Gustavo Pimentel, en las causas caratuladas "Fiscal general solicita desarchivo de causas por desaparición de personas-Área Concordia" y "Román" contiene 18 hechos de privación ilegítima de la libertad y tres hechos de privación ilegítima, dos de los cuáles terminaron en las desapariciones de Julio Alberto Solaga y Sixto Francisco Zalazar.


FUENTE: Maxima On Line (www.maximaonline.com.ar).

martes, 5 de octubre de 2010

Vuelos de la muerte en el Delta Entrerriano



Un capítulo inexplorado de la historia argentina: el Delta entrerriano, gigante y misterioso, fue utilizado para la desaparición de personas. Por estos días –septiembre 2010-, el Equipo Argentino de Antropología Forense se encuentra analizando restos encontrados en Gualeguaychú. En realidad, un NN hallado hace varios años en Costa Uruguay Sur, a algunos kilómetros de Gualeguaychú.


Por FABIAN MAGNOTTA (*)

El hallazgo de los restos de un hombre joven, de unos 20 años, no descarta que pueda tener relación con la oscura historia de los setenta. Oportuno es recordar que en esa zona y la del cercano Delta entrerriano, en aquellos tiempos aparecían cuerpos casi en forma cotidiana. El tema no ha sido debidamente explorado y hasta ahora el Delta se sigue tragando todo: la inmensidad, el silencio, la historia y los muertos.


Pero está confirmado que también el sur entrerriano -ríos y montes- fue utilizado para la desaparición de personas a fines de la década del setenta. Hace algunos años, un testigo de identidad reservada se presentó ante el juez de Instrucción número 1 de Gualeguaychú, Eduardo García Jurado, quien luego giró la causa, por razones de competencia, al Juzgado Federal de Concepción del Uruguay.


En efecto, se ha confirmado que helicópteros de color verde sin identificación arrojaron una importante cantidad de personas al río Paraná Bravo en plena dictadura militar, según reveló el testigo de identidad reservada ante la justicia, hecho que luego tendría mayores precisiones. Después de 25 años, el hombre relató que los cuerpos eran puestos en tanques de 200 litros y "asegurados" con cemento, y luego arrojados a uno de los tramos más profundos del Río Paraná, en el Delta entrerriano.


Indicó además que durante los primeros años del gobierno militar, los cuerpos eran lanzados al río Paraná Bravo y al río Gutiérrez, en el delta inferior, y que uno de los tanques cayó sobre la playa, lo que explicó a los pocos lugareños el misterio de los tambores que veían caer al agua desde los helicópteros verdes.Ese cuerpo caído sobre la costa del río, recibió cristiana sepultura por parte de los pobladores, y todavía es localizable.


En la zona mencionada, el río Paraná se divide en tres brazos: el Paraná de las Palmas, el Paraná Guazú y el Paraná Bravo. Son los ríos de acceso al Paraná para la navegación de ultramar. Los ríos Paraná Guazú, Paraná Bravo y Gutiérrez (todos ellos ramales del Paraná y afluentes del Uruguay en su tramo final); en total, tienen una longitud de unos 200 km y su ancho frente al Río de la Plata es de 50 kilómetros. Esta formación anegadiza enclavada en el valle inferior del río Paraná se reparte entre las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos. Los lugareños señalan que allí el río tiene una profundidad de entre 30 y 35 metros.


EL ENIGMÁTICO DELTA

El mismo Delta...Cuenta la historia que para después de la colonización española, las islas fueron pobladas por los jesuitas que cultivaron la zona con los aborígenes hasta su expulsión en 1767. La zona abandonada se convirtió luego en refugio de corsarios, piratas y contrabandistas. También fue asilo de refugiados políticos, y de nazis después de mediados del siglo pasado. Hace algunos años, el sargento primero Victor Armando Ibañez, que estuvo destinado en el centro clandestino de detención "El Campito", en Campo de Mayo, se arrepintió y recordó lo que ocurría por aquellos años.


Conocido como "Petete" o "Chupete", dijo ser "una especie de celador", que "les daba de comer, los llevaba a bañar" a los detenidos, tareas que desempeñó desde 1976 hasta 1978. Ibáñez afirmó la existencia de los vuelos que arrojaban detenidos-desaparecidos al océano, y agregó que eran "tres o cuatro por mes". Y que los prisioneros "eran arrojados al mar. Se usaban distintos tipos de maquinas: Hercules, Fokker, hasta helicópteros. Recuerdo que una noche llevamos un cuerpo ya medio descompuesto en uno de esos helicópteros tipo mosquito. Volabamos a muy baja altura, mucho más bajo que los aviones, creo que era por el sur. Eran vuelos fantasmas, sin registro alguno", decía el suboficial.


Consultado sobre quiénes arrojaban los cuerpos al mar, el sargento Ibáñez respondió que "teníamos que ir todos: era una orden". No obstante, las investigaciones realizadas ahora demuestran que no sólo en el Océano y en el Río de la Plata se arrojaban cuerpos: también se utilizó el sur entrerriano.


TESTIMONIOS

A partir de allí, otros pobladores de la zona en aquellos años oscuros, comenzaron a sumar sus testimonios. El payador uruguayo Uberfil Concepción Regalini le dijo a RADIO MÁXIMA que "los helicópteros tiraban los bultos al agua, en la Zona del Paraná Bravo. Yo vivía en la zona, en una estancia cercana y a primera vista se podía apreciar que se tiraban bultos desde los helicópteros, sin que pudiéramos saber qué era lo que tiraban".


Señaló además que "muchas veces los helicópteros verdes, sin numeración, pasaban hasta 5 veces por semana y tiraban los bultos al agua".Acerca de la época de los vuelos de la muerte, recuerda que "en los años 77 o 78, en la época del Mundial, fue la época donde los helicópteros pasaban con mayor asiduidad. La gente estaba en otra cosa, todos metidos con el tema del Mundial de fútbol, por eso se aprovechó para tirar mucha gente". Por su parte, el señor Ramón Tejera, que vivía en la zona y actualmente reside en Campana, recuerda que los pobladores veían a los helicópteros que sobrevolaban a baja altura, casi al ras del agua y del monte, y pronto comenzaron a comprender de qué se trataba.


En ese sentido, señaló que comenzaron a aparecer cuerpos que flotaban en el río, pero que quien intentó hacer la denuncia no tuvo eco. Recuerda además que los cuerpos tenían las manos y los pies atados con alambre. Asimismo, agregó que los helicópteros se internaban en vuelos sobre la tierra, y que no debe descartarse que algunos "bultos" hayan sido lanzados en medio del espeso monte.


INFUNDIR TEMOR

Otro testigo dijo que vio helicópteros que iban con la puerta abierta y llevaban una ametralladora que apuntaba hacia el exterior. Seguramente, un mensaje para los eventuales observadores. Se cuenta, por otra parte, que a la zona llegaba una lancha llamada Galofré, y que quienes tenían a cargo esos viajes, se acercaron en una oportunidad al puesto de una fuerza de seguridad para informar que más de una vez habían encontrado cuerpos en el agua. La respuesta que recibieron fue terminante. -Miren...Si no les gusta, no pasen más por ahí...


A todo esto, deben apuntarse dos testimonios más recogidos por estas horas. Uno señala que hay pobladores que vieron aviones Hércules que volaban bajo y a una velocidad mediana, y en medio del río Paraná Bravo "abrían su panza" y lanzaban " hasta veinte bultos juntos".


Por otra parte, se asegura que pobladores de la localidad de Villa Paranacito también tienen relatos sobre la aparición de cadáveres en sus costas durante aquellos años. Ello explicaría la gran cantidad de cuerpos NN que existen en el cementerio del sur entrerriano. Apasionante, duro, silencioso, ingrato, solitario…suele ser el camino de reconstruir la historia.


(*) Director de Radio Máxima de Gualeguaychú.

FUENTE: Máxima Online (www.maximaonline.com.ar)